NUESTRA HISTORIA
Donde convergen la tradición y la determinación
Bautizado en honor al lugar donde Colón encontró por primera vez el humo sagrado del pueblo taíno, Bariay 1492 rinde homenaje a la isla donde nació el puro. Cada puro que elaboramos a mano forma parte de ese linaje. No es solo un ritual, sino una reconexión con este arte perdido.

Desde La Habana
Nuestra historia comienza con César Ramírez, un maestro mezclador nacido en La Habana con fuego en las venas. En la industria del cigarro, es mundialmente famoso. Conocido respetuosamente como el «cubano loco», y es querido por todos.
La mayoría de las personas que están detrás de las marcas de puros nunca han fabricado uno. César sí. Vive y respira por ellos.
César siempre había querido crear un puro diferente a todos los demás: suave, limpio, sin regusto ni final amargo. Siempre le dijeron que era imposible, pero tras 30 años creando y probando su receta, Bariay 1492 es ya una realidad.
De niño, observaba a su abuelo trabajar en los secaderos de tabaco de Cuba, absorbiendo los aromas y los rituales de este oficio. Su temprana carrera en el mundo del puro comenzó en la fábrica de Romeo y Julieta, donde aprendió el oficio de maestro torcedor y mezclador. Tachado de inconformista en sus inicios, en 1994, con solo 32 años, escapó de la Cuba de Castro en una balsa con poco más que un sueño y el recuerdo de cómo se fabricaban los antiguos puros cubanos: puros, aromáticos y con espíritu.
Ese recuerdo se convirtió en su brújula.
El viaje de César lo llevó desde Cuba a Las Vegas y luego a los fértiles valles de Nicaragua. Tras décadas de experimentación para crear sus mezclas, fermentación y técnicas de enrollado, y de luchar contra las normas de la industria, conoció a Wilfredo Ponce, un alma gemela nacida en una plantación de tabaco, con tierra bajo las uñas y orgullosa de su oficio. Wilfredo reconoció la chispa del método único de César —la atrevida tercera fermentación, las tradiciones de enrollado de la antigua Habana— y juntos comenzaron a enrollar no solo puros, sino un legado.
el siguiente eslabon
Y entonces apareció Alan Kirchhoff, un amante de los puros residente en Texas con un gran aprecio por la tradición y legado. Alan había soñado durante mucho tiempo con construir algo que honrara no solo el arte de los puros, sino también a las personas y el patrimonio que hay detrás de ellos. Su camino no paso por secaderos de tabaco o salas de fermentación, sino uno de visión, promiso y un profundo respeto por el legado.
Alan creció con una gran reverencia por el pasado y una pasión por la artesanía. Cuando conoció a César, fue el destino. Ahí estaba un hombre que había vivido las tradiciones que Alan admiraba, alguien que no solo hablaba de autenticidad, sino que la vivía. No se trataba de iniciar un negocio. Sino de restaurar un arte perdido.
Juntos, Alan y César comenzaron a dar forma a lo que se convertiría en Bariay 1492: una marca forjada a partir de dos caminos que siempre estuvieron destinados a cruzarse. Alan aporta la estructura y la estrategia. Es el tipo de socio que ve la magia en el proceso y el propósito en la misión.
Y con la colaboración de Wilfredo sobre el terreno en Nicaragua, el círculo se completó.

DÓNDE ESTAMOS AHORA
Hoy en día, Bariay 1492 se destaca como la única marca de puros totalmente integrada y elaborada a mano, de principio a fin, con raíces en la tradición cubana, enrollada en Nicaragua y con sede en el corazón de Texas.
Somos únicos, pequeños por diseño, comprometidos con el tabaco virgen, sin productos químicos, y utilizamos procesos olvidados que dan a nuestros puros su suave calada y su característico humo.
Cada puro que enrollamos lleva el alma de sus creadores: la sabiduría generacional e inventiva de César, la maestría campesina de Wilfredo, y la vision de Alan para crear algo duradero. Dos mezclas, una comunidad leal, y un a propósito claro: un ir a las personas a través de la tradición, la historia, y puros de calidad.
HACIA DÓNDE NOS DIRIGIMOS

Nuestro sueño es crecer de manera constante y crear un legado: un nombre que se transmita de mano en mano como un buen puro. A medida que nos expandimos por los Estados Unidos y más allá, seguimos enfocados en lo que realmente importa: honrar nuestras raíces, apoyar a nuestros vendedores y nunca comprometer la integridad de nuestro oficio.
Imaginamos un futuro en el que nuestros puros se compartan en reuniones cotidianas, se disfruten en salones y se recuerden por las conversaciones que han suscitado. Pero más que eso, esperamos que Bariay se convierta en un recordatorio: que las cosas buenas llevan tiempo, que las viejas costumbres siguen vigentes, al menos en algún lugar entre La Habana y Texas.




























